Informe: Un millón de chicos se saltean alguna comida al día en Argentina
Una encuesta de Unicef revela que el déficit en la alimentación pospandemia está vinculado a la insuficiencia en los ingresos hogareños.
Una encuesta de Unicef revela que el déficit en la alimentación pospandemia está vinculado a la insuficiencia en los ingresos hogareños. Se redujo un 67% el consumo de carne.
Más de un millón de niñas, niños y adolescentes argentinos se saltearon alguna de las cuatro comidas al día en los últimos seis meses por falta de dinero y debido a la inestabilidad laboral o insuficiencia en los ingresos. Lo mismo ocurrió con tres millones de adultos.
La alimentación nutritiva también se deterioró: creció la ingesta de harinas e hidratos de carbono y cayó de manera notable el consumo de carne (67 por ciento) y de verduras, frutas y lácteos (40 por ciento).
Muchos hogares se endeudaron para comprar alimentos. Uno de cada cuatro pidió fiado, con disparidades según el estrato social. La situación se agravó en los hogares de familias numerosas, con mujeres a la cabeza.
En hogares de clase media también se observa un mayor uso de tarjeta de crédito para la compra de alimentos.
Los datos surgen de la Encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 de Unicef, representativa de la totalidad de los hogares con niños, niñas y adolescentes del país, que fue presentada el miércoles a la prensa después de haber sido entregada a las autoridades nacionales.
De acuerdo con este estudio, realizado entre el 12 y el 30 de junio pasados, la inestabilidad laboral y la insuficiencia en los ingresos de los hogares con chicas y chicos son los principales determinantes de esta situación.
EL IMPACTO DE LA CRISIS ECONÓMICA EN HOGARES CON NIÑOS
Los apoyos alimentarios que proporciona el Gobierno nacional son percibidos como necesarios por el 50 por ciento de la población. Sin embargo, en un contexto inflacionario, la mitad de los hogares en situación de vulnerabilidad asegura que la AUH sólo alcanza para cubrir menos de la mitad de los gastos.
Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de Unicef Argentina, detalló en la presentación que el panorama social y económico en los hogares con chicos y chicas es complejo.
Desde el inicio de la pandemia, el mercado laboral brinda más oportunidades de trabajo a varones que a mujeres, que son jefas de hogar en muchas ocasiones. En los dos últimos años, seis de cada 10 mujeres transitaron situaciones de inestabilidad, mientras que en los varones fue mucho menor: cuatro de cada 10.
En uno de cada tres hogares donde viven niñas, niños y adolescentes los ingresos mensuales no alcanzan. La situación empeora cuando la jefa de hogar es una mujer, se recibe la Asignación Universal por Hijo (AUH), se trata de familias numerosas o se tiene un trabajo informal. A dos millones de hogares no les alcanza para solventar gastos corrientes, apuntó Waisgrais.
Pero además, en uno de cada dos hogares los ingresos no permiten cubrir algún gasto escolar y en uno de cada tres hogares no pueden comprar libros.
Entre las estrategias de “ahorro” ante la merma en los ingresos, las familias relegan también los cuidados de la salud: uno de cada cuatro deja de ir al dentista y deja de comprar medicamentos. Además, dos de cada diez dejan de pagar servicios de luz y gas, aun los servicios subsidiados. Estos indicadores aumentan en situaciones de vulnerabilidad, como entre quienes cobran la AUH.
Los ingresos en algunos hogares con jefa de hogar mujer también se vieron disminuidos por el incumplimiento del pago de la cuota alimentaria. Esto ocurrió en los últimos seis meses en uno de cada dos hogares que deben recibirla. La situación afecta al 40 por ciento de los hogares de menores recursos.
ENDEUDARSE PARA VIVIR
Ante la falta de recursos, el 20 por ciento de los hogares recurrió al endeudamiento, principalmente con Anses, con un crédito bancario o apeló a prestamistas informales, situaciones que ocasionan presiones adicionales sobre los ingresos disponibles.
“Los resultados del estudio muestran que hay un declive de la clase media donde la insuficiencia de ingresos genera la necesidad de usar ahorros o endeudarse para mantener condiciones de vida mínimas para la niñez, mientras que en aquellos hogares ya situados en la pobreza el resultado es la falta de un plato de comida”, señaló Waisgrais.
La insuficiencia de ingresos también propicia el trabajo infantil, con el consecuente impacto negativo sobre sus trayectorias escolares, entre otras vulneraciones de derechos. Los datos muestran que esta situación se sostiene desde el inicio de la pandemia: uno de cada cuatro adolescentes realiza actividades orientadas al mercado y un 10 por ciento más busca trabajo.
INSEGURIDAD ALIMENTARIA: QUÉ DIJO LA AUH
Ante una consulta de este diario sobre el impacto de la AUH en la mitigación de la inseguridad alimentaria, Waisgrais indicó que la AUH “es un derecho y una política de Estado” y puntualizó que la Argentina tiene que revisar la capacidad de protección de la AUH en un contexto con niveles de inflación en torno al 90 por ciento anual. “Estos mecanismos equiparan pero se necesita que sean más potentes”, opinó. También apuntó que es necesario equiparar derechos y lograr mejorar la cobertura ya que todavía hay sectores y poblaciones muy vulnerables que se encuentran por fuera de los sistemas de protección AUH.
Con respecto a condicionar los programas de transferencias a ciertas contraprestaciones, como planteó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires días atrás, Waisgrais opinó que los instrumentos de protección de ingresos no deben ser considerados como asistencia o beneficios sino como un derecho.
La AUH, dijo, busca proteger a la niñez y adolescencia y equiparar derechos con otros sectores que cobran asignaciones familiares por ejemplo, donde no hay condicionalidad.
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