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Peatones se pusieron "en los zapatos" de los no videntes

Les cubrieron los ojos a voluntarios que paseaban por el centro, para que experimentaran los obstáculos que deben sortear diariamente en las

Les cubrieron los ojos a voluntarios que paseaban por el centro, para que experimentaran los obstáculos que deben sortear diariamente en las veredas y calles. Pocos se animaron a vivirlo.

Con los ojos vendados, Jalid Funes, intentó llegar desde la esquina de Pedernera y Junín hasta mitad de cuadra sin problemas. Pero en el camino se encontró con sillas, mesas y rejas de comercios que entorpecieron su caminar y tuvo que detenerse. En menos de cinco minutos pudo sentir, en pequeña pero válida proporción, con lo que conviven diariamente las personas no videntes y los disminuidos visuales. A eso apuntó la campaña de concientización que ayer protagonizaron el Centro Integral para Ciegos que funciona en Amuyen y que trabajan conjuntamente con el Consejo Municipal de Discapacidad.

Bajo la consigna: "Ponete en mis zapatos" intentaron que por un momento, los peatones pudieran experimentar si la ciudad está preparada o no para que los no videntes puedan transitar tranquilos y seguros.

Después de terminar su recorrido, Funes pudo asegurar que es "bastante difícil andar solo".

"Tenés que tener mucho cuidado -añadió-. A mí me acompañó una de las mujeres del centro y si no fuera porque me guió, hubiese perdido el ritmo", contó el vecino que se sumó a la cruzada. Funes confesó que antes de participar, pensaba que las baldosas que colocó la Comuna hace tres años en el Centro Comercial y que están diseñadas especialmente para los no videntes, no tenían mucha importancia. "Pensé que no era tan relevante que estuvieran pero realmente te van mostrando el camino para que no te pierdas, al estar diferenciadas por sus formas, te deja darte cuenta hacia dónde podés seguir caminando", aseguró.

Mientras algunos observaban a los voluntarios, los jóvenes que asisten al Centro de Integración, se encargaron de difundir su mensaje y le pidieron a la comunidad que tenga más conciencia y tolerancia.

"Creo que nos falta mucho como sociedad y sobre todo desde el punto de vista estructural y edilicio. Algunas calles no están preparadas o están destrozadas. En el centro contamos con las baldosas pero no hay señalización, salvo algunos semáforos sonoros y unos pocos nomencladores (carteles con nombres de las calles) que están en Braille", manifestó Franco, uno de los asistentes.

Eugenia Nievas, otra de las chicas que participó de la campaña, contó que los principales obstáculos que encuentran día a día son las motos y bicicletas en las veredas, y los escombros o basura.

"Cuando pasas por restaurantes, bares o negocios que tienen mesas y sillas afuera, se complica. A veces con el bastón es fácil reconocer si tenés algo adelante pero hasta una cierta altura. En algunas oportunidades hasta nos hemos chocado con ventanas o rejas que están abiertas de par en par. Creo que la gente no lo hace de mala pero tampoco toma conciencia de lo riesgoso que puede ser", consideró. 

Durante las casi dos horas que duró la experiencia, convocaron a decenas de transeúntes que se paraban para ver la actividad, aunque no todos se animaron a "ponerse en los zapatos" de los chicos.  La mayoría de los que dieron el sí, fueron niños, adolescentes y unos pocos adultos.

Uno de los más valientes fue Lautaro de 7 años. Apenas vio llegar al equipo de Amuyen, levantó la mano y pidió participar. La coordinadora del centro, Sandra Baladon, se encargó de guiar al pequeño.

"Me pareció un poco difícil al principio, y un tanto divertido también. Me choqué con varias cosas, sobre todo con las sillas pero no tuve miedo. De todas maneras siempre que puedo, cierro los ojos cuando voy caminando para ver qué se siente", aseveró con una sonrisa y mucha seguridad.

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