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Histórica victoria del Millo en Brasil ante Gremio

River dio vuelta al Gremio y es finalista de la Libertadores. Los goles de Borré y el Pity Martínez. ¿Se viene la final con Boca?


El local ganaba 1 a 0 hasta los 37 del segundo tiempo cuando empató Borré. Faltaban dos minutos para el tiempo reglamentario cuando el árbitro Cunha sancionó la pena máxima que Pity Martínez cambió por gol.

Lloran y se abrazan los futbolistas. Lloran y se abrazan los 4000 fanáticos que dijeron presente en el Arena do Gremio y que cantan "un minuto de silencio para Gremio que está muerto" y "Muñeeeco, Muñeeeeco". A pesar del diluvio, que le agregó un condimento más a la épica. A pesar de que pronto comenzaron a apagarse las luces. A pesar de los relámpagos. A pesar de todo.

Fue una verdadera hazaña. Para los libros. Porque River perdía 1 a 0 a nueve minutos del final. El 1 a 1 parcial entraba en el epílogo y la fiesta era toda de Gremio, que durante 80 minutos se sintió finalista. Pero de pronto, a los 40 del segundo tiempo y alertado por el VAR, el árbitro uruguayo Andrés Cunha detuvo las acciones y fue a consultar la repetición de una jugada, un centro al área local que nadie había reclamado. Luego de eternos dos minutos, el juez volvió al campo, hizo el gesto rectangular de una TV y señaló penal para River. En la cabecera donde se ubicaron los 4000 hinchas millonarios explotaron de júbilo, en medio de un estruendoso silencio del resto del estadio.

Pasaron cinco minutos. Diez. Bressan, autor de la mano y expulsado, estaba enloquecido. Debió entrar el DT Renato a calmar a sus jugadores. Cuando todo se reanudó, y en ese contexto, Pity Martinez tomó el balón, lo acomodó, respiró hondo e infló la red con un zurdazo cruzado. Locura.

Creer. Sobre esa palabra se apoyó el inflador anímico que le colocó Marcelo Gallardo a su equipo luego de la derrota en Núñez. Mentalizado, salió a ganar, el único resultado que le permitía seguir con vida en la Copa.

El gol de Leonardo, que conectó la pelota casi desde la medialuna del área un corner desde la derecha y, luego de rozar en Pratto, se metió junto al palo derecho de Armani, astilló la ilusión.

Pero nunca pudo quebrarla. Ese 2 a 0 global complicó el sueño millonario, que había arrancado con el golpe de no contar en el vestuario y en el banco con Marcelo Gallardo, suspendido por la Conmebol, y continuó a los 27 con la temprana salida de Leonardo Ponzio, capitán y símbolo, por un tirón. Con su cabezazo en el 1 a 1, Rafael Santos Borré se redimió de esa chance clarísima que tuvo antes de los dos minutos, después de un gran pase entrelíneas de Quintero, y que definió tan mal desde el ángulo izquierdo del área chica que la pelota continuó su rumbo, paralela a la línea de fondo y se perdió por el lateral del otro costado.

Había arrancado bien River. Metiéndose con autoridad y buen juego en el campo rival. Ganando la posesión y las chances de gol, apoyado en un muy buen primer tiempo de Lucas Pratto, muy lúcido para cortar pases del rival, y para abrir el juego hacia los costados o para encarar a pura potencia, de acuerdo a cada situación. Ante una defensa de Gremio que se replegó bien y aguantó el esperable embate inicial del rival, Primero Ponzio exigió al arquero con un remate desde afuera del área y lo propio hizo Palacios, al que se le negó el gol por duplicado: sus disparos salieron apenas junto al palo. Todo eso, en un clima caliente. El Arena do Gremio fue un hervidero.

Con un ensordecedor "buuuuuuuuu" en los momentos donde River más apretaba y parecía llegar al gol, y con versiones en portugués de varios hits de los campos de juego argentinos, como el "Queremos la Copa", o el más conocido: "Para ser campeón, hoy hay que ganar". Y River lo ganó. Y el premio es mayúsculo, porque el club de Núñez ya escribió su nombre en la última definición a dos partidos de la Libertadores, y esta noche verá por televisión, relajado y en Buenos Aires, si su rival será Boca o Palmeiras. Las chances de una final de América superclásica está más latente que nunca. El descanso es muy breve. Porque el próximo miércoles se jugará la primera de las dos finales (la otra es el 28 de noviembre). Si el rival es argentina, será en la Bombonera.

Si es Palmeiras, en el Monumental. River está otra vez en la definición de la Copa Libertadores. Por segunda vez en la era Gallardo, después de la gran consagración de 2015, y con el sabor de haberse sacado la espina de las semifinales de 2017 con una victoria épica, de película y de las grandes. A la medida de su historia.

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