Cárcel para un joven por robarle a una quiosquera en Villa Mercedes
Balderrama fue procesado y enviado a la Penitenciaría de San Luis por "robo calificado por el uso de arma".
Gonzalo Alberto Balderrama le había dicho al juez Alfredo Cuello que la noche que asaltaron y abusaron a la dueña de un quiosco, al sureste de Villa Mercedes, estuvo en su casa, después de trabajar como albañil todo el día. Pero las pruebas y testimonios recabados por los investigadores, a la manera de ver del juez, demostraron otra cosa. Sí lo desvinculaban del ataque sexual a la comerciante, pero no del robo. Y ese último detalle le valió el procesamiento y la prisión preventiva.
Balderrama fue procesado y enviado a la Penitenciaría de San Luis por "robo calificado por el uso de arma". El joven de 32 años no fue el único sospechoso que tuvo en su momento el asalto que sufrió Marina Molina. Antes de él, los policías de la Comisaría 10ª habían detenido a otro hombre de apellido Guzmán, porque en su domicilio le hallaron el celular sustraído a la víctima y también un corpiño que -presumían- podría tratarse de la prenda que el delincuente le arrancó en el ataque.
En la indagatoria, Guzmán le explicó al juez que el teléfono que le secuestraron se lo había comprado a un chico el día anterior a que le allanaran la casa y el corpiño que le encontraron era de su pareja. Esa versión fue lo suficientemente creíble para que unos días después el magistrado le dictara la falta de mérito. Puesto que la persona a la que indicó como quien le había vendido el aparato, según la descripción que dio, coincidía físicamente con el ladrón que había referido la damnificada.
Esos y otros datos llevaron a los investigadores hacia Balderrama. En su defensa, el ahora procesado argumentó que el sábado 3 estuvo trabajando con otro compañero. Techaron la casa de ese hombre, desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche. Cuando terminaron ahí, se fue en moto a su domicilio.
"En el camino me encontré con un amigo, que me ofertó unas zapatillas de fútbol cinco", contó. Según él, se las compró a 300 pesos. "Las compré no para mí, porque no me andaban, sino para alguno de mis hermanos", agregó. Se refería a los botines que la Policía secuestró en su casa y que lo conectarían con el asalto a Molina.
La víctima tiene su negocio en Presidente Perón 474. El robo en cuestión sucedió los primeros minutos de las 20. La mujer acababa de despachar a una clienta cuando otro le preguntó si vendía cordones para los botines que tenía en mano. Ella le respondió que no y, entonces, el joven le pidió una Coca Cola.
"Le destapo la gaseosa y se la doy", narró la damnificada. Fue ahí cuando el supuesto cliente le pidió un vaso con agua porque vio uno sobre el mostrador. Molina fue hasta la cocina y regresó con uno. El joven tomó el vaso y se lo arrojó a la quiosquera.
"Hija de p... Desnudate, desnudate", le gritó y sacó de su mochila un cuchillo grande, describió. Le insistió varias veces, pero la mujer se resistió a las patadas y cayó. Cuando estaba en el suelo le rogó al agresor que se llevara todo lo que tenía en su cartera, pero que no le hiciera daño.
El ladrón tomó lo que había en su bolso, también en la caja registradora y, antes de irse, le arrancó de un tirón el corpiño.
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