De la A a la Z: conocé los 50 superalimentos de la historia
Más allá de los beneficios que contengan estos elegidos, siempre la variedad y la moderación hacen nuestra alimentación realmente saludable.
Más allá de los beneficios que contengan estos elegidos, siempre la variedad y la moderación hacen nuestra alimentación realmente saludable.
La revista española Quo realizó una extensa investigación en busca de los 50 alimentos que han estado presentes en la alimentación de la humanidad a través del tiempo, y que nos aportaron y continúan proporcionándonos los nutrientes necesarios para mantenernos saludables. Para realizar la lista convocaron y solicitaron el asesoramiento de Lluís Serra-Majem, el presidente de la Fundación Dieta Mediterránea, y a Lourdes Samaniego Vaesken, de la Universidad de San Pablo CEU.
Según Samaniego Vaesken, “no hay alimentos buenos o malos, sino dietas o patrones alimentarios más o menos saludables. La moda de atribuir propiedades beneficiosas a los alimentos, tan de actualidad, puede servir para educar al consumidor en cuanto a aquellos alimentos que no deben faltar en su dieta, pero siempre en el contexto de la variedad, el equilibrio y la moderación. Hasta el aceite de oliva, cuya composición es muy beneficiosa, debe tomarse con moderación”.
En base a estos principios esta es la selección de los súper alimentos y sus propiedades:
Acelga: Se sabe que, en el 800 a.C. los asirios ya la cultivaban. Tiene alto contenido de calcio y de luteína que previene infartos y accidentes cerebrovasculares.
Aceite de oliva: lo comenzaron a producir y consumir, entre Palestina y Egipto, durante la Edad de Cobre, 4.000 a.C. Tiene alto contenido en polifenoles y vitamina E. Es un gran antioxidante (previene la muerte celular y mejora las funciones cognitivas); mejora los niveles de azúcar en la sangre, reduce el colesterol malo y mejora el flujo sanguíneo.
Ajo: lo consumían los obreros que construyeron las pirámides de Egipto para que tener más energía. En el año 3.500 a.C., el ajo escaseaba en aquellas tierras y eso dio lugar a la primera huelga de la historia de la humanidad. Su acción antiséptica, anticancerígena, antiinflamatoria, bactericida, antiviral y antiparasitaria proviene de su alto contenido en yodo, fósforo, potasio y una variedad de vitaminas, cono B6 y C.
Albahaca: Comenzó a cultivarse en la India. Provee hierro y aceites esenciales con propiedades antiinflamatorias y antibacterianas, vitaminas y es un excelente antiespasmódico.
Alcaucil: la alcachofa tiene su origen en el Antiguo Egipto y luego, fue empleada por griegos y romanos, como alimento afrodisíaco. Contiene agua, fibra, vitaminas B6 y C y esteroles, sustancia que evita la absorción del colesterol en el intestino. También provee cinarina, un potente diurético.
Almendras: su origen está en Asia y en el Cercano Oriente, desde el mar Egeo hasta la meseta de Pamir (entre Mesopotamia y Kurdistán). Después de llegar al oriente de Europa, pasó a Grecia y Roma. Su alto contenido en grasa insaturadas las hace beneficiosas para la salud cardiovascular . Contienen muchas proteínas vegetales, fibra, magnesio y fósforo por lo que son ideales para fortalecer huesos y prevenir la osteoporosis.
Apio: Egipcios y griegos lo incluían en su alimentación, los romanos lo consumían en sus ritos funerarios y ponían manojos de este vegetal en la tumba de sus muertos. Aporta flavonoides de efecto antiinflamatorio, antibacteriano y vasodilatador. También contiene xantotoxina y bergapteno, sustancias que se emplean en el tratamiento de enfermedades dermatológicas.
"No hay alimentos buenos o malos, sino dietas o patrones alimentarios más o menos saludables"
Arándanos: desde la Antigüedad, los pueblos del Ártico los incorporaron a su alimentación, también los amerindios de América del Norte. Muy eficaces en el tratamiento de enfermedades urinarias, son ricos en polifenoles y antioxidantes por lo ayudan a mantener sano el sistema cardiovascular. Refuerzan el sistema inmunitario y son antigripales poderosos.
Avena: Durante la Edad de Bronce, se la cultivaba en Europa Central. Aporta energía, vitaminas E, B6 y B5, minerales (hierro, selenio, magnesio y cobre), fibra, aminoácidos esenciales y omega 6.
Atún: Lo pescaban en la Antigua Grecia y los fenicios lo comerciaban en el Mediterráneo. Entre sus propiedades: ácidos grasos poliinsaturados (omega-3), que disminuyen los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre; gran cantidad de vitaminas D (favorece la absorción de calcio y la producción de enzimas en el hígado) y B.
Banana: Las primeras plantas se cultivaron en la India, y, luego de la invasión árabe en el 650, su cultivo se extendió hacia la región mediterránea. En el siglo XV, se la consumía en Canarias y en 1516, con la conquista española, llegó a América. Contiene inulina, un polisacárido, eficaz en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis, la obesidad y el cáncer. Muy rica en magnesio, ayuda a prevenir calambres por lo que se la emplea en la dieta de los deportistas.
Bonito: En el siglo IV de nuestra era se capturaba este pez para consumo humano en el norte de Europa. Su carne es rica en proteínas, minerales (gran cantidad de selenio, fósforo, potasio, hierro, magnesio y zinc) y vitaminas, especialmente la D, que favorece la absorción de calcio y regula su nivel en sangre.
Brotes de soja: Unos 5 mil años atrás, se los empleaba como alimento en el Extremo Oriente. Aportan minerales y contienen isoflavonas, potente antioxidante que ayuda a prevenir la osteoporosis y el cáncer.
Calabaza: según el Antiguo Testamento, los hebreos de la época de Moisés, lo incorporaban a su dieta; en las tumbas incas precolombinas, se encontraron restos de este alimento. Tiene alto contenido en fibra y potasio (beneficioso para la hipertensión) y pocas grasas.
Carne de cerdo: Sus propiedades eran apreciadas en el Cercano Oriente y en la China, hace unos 13 mil años. Su carne contiene grasas insaturadas (como las del aceite de oliva y las del pescado). Es fuente de minerales de origen vegetal.
Cebolla: se la cultivaba en Asia Central, en el 3.200 a.C. Es fuente de potasio, calcio, hierro, magnesio y fósforo, además de compuestos sulfurados que protegen del cáncer de esófago y de estómago. Aporta quercetina, un antioxidante muy potente.
Cereales integrales: Unos 6 mil años atrás, en el Neolítico, se cultivaba cebada, trigo y mijo; en la Edad de Bronce se incorporó la espelta (especie de trigo que dejó de cultivarse en el siglo XIX) y, luego, en la de Hierro, el centeno. Tienen alto contenido en fibra y en vitaminas del grupo B, hierro, calcio y magnesio.
Coliflor: Se viene cultivando en los países asiáticos desde hace unos 1.500 años. En el siglo XVI, entró a Europa a través de Turquía. Tiene alto contenido de agua y muy bajo de grasas, hidratos de carbono y proteínas. Aporta tiamina, vitamina fundamental para evitar alteraciones neurológicas como la depresión y la falta de concentración.
Cúrcuma: Lo empleaban en la India, en el 610 a.C., especialmente como colorante para la lana o como pintura para el cuerpo. Aporta polifenoles, antioxidantes con propiedades antimicrobianas y hepatoprotectoras.
Chía: nativa de México y Guatemala, la cultivaban los aztecas quienes decían enfrentar sus días más duros, con la energía que les aportaba una sola cucharada de este alimento. Es de la familia de la menta, su semilla contiene una alta concentración de ácidos omega-3 y minerales como el hierro, el selenio, el magnesio, el calcio y el fósforo.
Espinaca: algunos autores indican su origen en el sudeste asiático. Contiene vitamina A, E y fibra y recientemente se descubrió que también aporta nitrato inorgánico natural que ayuda al desarrollo de músculos más fuertes.
Frutillas: Su origen estuvo en los Alpes europeos y según algunos registros, los primeros cultivos se realizaron en Francia, en el siglo X. Españoles, portugueses e ingleses la trajeron a América. Contiene mucha vitamina C, fibra y potasio. También es rica en ácidos orgánicos como el salicílico y los flavonoides (los que le dan el color característico) que son potentes antioxidantes.
Garbanzos: Originalmente provienen de Turquía, son fuente de proteína de origen vegetal, de almidón, calcio, hierro, magnesio, zinc y fósforo. Tienen alto contenido de fibra y aportan taninos y fitatos, con efecto anticancerígeno.
Granada: Sus orígenes se remontan al sur de Asia, Persia y Afganistan. Es un alimento ideal para las dietas: de bajas calorías, con propiedades astringentes y antiinflamatorias, rico en potasio. Estudios recientes sostienen que el extracto de su semilla ayuda a disminuir el nivel de glucosa en sangre.
Hongos: Hace unos 13 mil años, los habitantes de Chile, ya consumían setas. Estos alimentos son ricos en agua y pobres en grasas, proveen vitamina A, riboflavina y niacina, y minerales como el potasio y el fósforo. Ayudan a reducir el colesterol y tienen propiedades antitumorales.
"Hasta el aceite de oliva, cuya composición es muy beneficiosa, debe tomarse con moderación"
Huevos: forman parte de nuestra alimentación desde la Prehistoria, y las primeras recetas que se conocen con huevo nos llegan de la Antigua Roma. Aportan proteínas, fósforo, grasas equilibradas y vitamina A,D y B12. Un estudio de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, de 1999, indicó que se puede comer un huevo por día sin correr riesgo de adquirir colesterol malo.
Kiwi: En China crecía en forma silvestre y se lo conocía como yang-tao. A comienzos del siglo XX, la semilla de esta fruta llegó a Nueva Zelanda, donde se la produce desde entonces. EL kiwi es rico en vitamina C y en sustancias bioactivas que evitan el daño en el ADN.
Lentejas: Originarias del Suroeste asiático, se extendieron a la cuenca mediterránea. Los restos más antiguos datan del año 6600 a.C. Aportan hierro, calcio, magnesio, zinc y fósforo.
Manzana: Una fruta sagrada para algunas civilizaciones como la egipcia, ya que era común ver sus cultivos en los valles del río Nilo. Algunos estudios sostienen que se consumía antes, durante la Prehistoria. Muchos de sus componentes la convierten en un súper alimento: contiene pectina, una fibra soluble que ayuda a controlar el colesterol; catequinas, un flavonoide con efectos antioxidantes, útil para combatir el cáncer de pulmón y dihidroxichalconas, otro flavonoide (lo tiene en la piel) que es antidiabético. Otro componente son las procianidinas, compuestos antioxidantes que actúan mejorando el sistema inmune y la actividad de las plaquetas sanguíneas.
Manteca: Se la empezó a utilizar, entre el 9.000 y el 8.000 a.C., en la Mesopotamia. Las primeras se elaboraban con leche de oveja o cabra y sus grandes consumidores eran los vikingos y los celtas. Su consumo moderado (tiene alto contenido en grasas) es considerado un gran antioxidante. Contiene ácido linoleico conjugado y favorece la reducción de la grasa abdominal y la digestión.
Merluza: Los romanos la pescaban, la salaban (para conservarla) y la consumían habitualmente. Aporta omega-3, lo que ayuda a disminuir factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, su consumo mejora la tensión arterial, reduce el colesterol y ayuda a bajar de peso.
Moras: Son el fruto de la morera, un árbol originario de la Antigua Persia, donde también se cría el gusano que produce la seda. Por entonces, solo los miembros de la realeza podían cortar sus hojas, las que empleaban para hacer infusiones. Contienen pterostilbene, sustancia que resulta efectiva para reducir el colesterol y la diabetes. Sus pigmentos naturales (antocianósidos y carotenoides) refuerzan el sistema inmunitario y retrasan el envejecimiento.
Naranja: Originalmente proviene del sudeste de China y el norte de Birmania y, según registros la consumían en el Mediterráneo hace unos 3 mil años. Contiene pectina (reduce el colesterol y regula la flora intestinal), carotenoides (previenen diversos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares) y fibra (solo cuando se come la fruta entera).
Nueces: parece que se empezaron a cultivar nogales entre Persia (Irán) y el Cáucaso. Los griegos, consumidores de nueces, las llamaban kara (cabeza) por su similitud con el cerebro. Posee ácidos grasos esenciales en equilibrio y es un gran aliado para luchar contra el colesterol malo y contra la diabetes. Provee omega-6 lo que ayuda a paliar el síndrome premenstrual y los trastornos de la menopausia, y previene el cáncer de colon.
Orégano: Los griegos lo empleaban en su cocina por sus múltiples propiedades: antioxidante, antimicrobiano y antiséptico; además es tónico y digestivo.
Palta: originaria de Colombia, Venezuela y México, los aztecas los llamaban ahuactl (testículo; de ahí que en la actualidad también se la conozca como aguacate) y lo consideraban afrodisíaco. Tiene propiedades antioxidantes y ayuda a reducir los niveles de colesterol total. Es rico en triptófano, sustancia que eleva los niveles de serotonina y produce una sensación de felicidad. También se la emplea como tópico en el tratamiento de la psoriasis.
Papaya: Se cree que su origen está en los Andes Peruanos o en México y que, desde allí, su cultivo se difundió por toda la América tropical. La papaína, una enzima que deshace las proteínas de los alimentos, es su principal componente y la convierte en la fruta ideal para quienes padecen de problemas digestivos.
Pavo: Durante el primer milenio de nuestra era, en México, se consumía su carne y se usaban sus plumas como ornamento. Su carne tiene poca concentración de grasa y al cocinarla pierde los hidratos de carbono. Es fuente de minerales, ácido fólico y vitaminas del grupo B.
Perejil: Su origen está en la isla italiana de Cerdeña y fue en la Edad Media cuando se lo comenzó a consumir como alimento (antes era solo un ornamento). El perejil fresco tiene alto contenido en vitamina C, flavonoides de acción antioxidante, antiinflamatoria y diurética y un aceite vasodilatador y tonificante. Además, es fuente importante de vitamina K, la que ayuda a la coagulación de la sangre, a prevenir y tratar la osteoporosis y a proteger de posibles infartos. Contiene también apigenina, sustancia empleada por la medicina natural para tratar el asma, el insomnio y las n, neuralgias.
Pistacho: los primeros cultivos del pistachero se encontraron en el Oriente Medio. Luego su cultivo se extendió a toda Europa y en 1930, comenzó en Estados Unidos, hoy su principal productor. Aporta fibra y energía, vitaminas, minerales, ácidos grasos, zinc y vitamina E (beneficia al aparato reproductor).
Queso: Según algunas investigaciones, hace 4,5 mil años ya se elaboraban productos lácteos. Son fuente de vitamina B12, niacina y vitamina A.
Quinoa: se la comenzó a cultivar entre los años 3.000 y 5.000 a.C, en los alrededores del lago Titicaca, entre Bolivia y Perú. La FAO, el organismo de las Naciones Unidas dedicado a la alimentación y la agricultura, declaró al 2013 como el año de este cereal por su aporte saludable ya que cura más de veintidós dolencias y afecciones humanas. Solo sus hojas y tallo ayudan a cicatrizar y calmar y su consumo controla hemorragias internas y combate el vómito.
Remolacha: En la Prehistoria crecía silvestre, las primeras comunidades del norte de África se alimentaban con sus raíces. Contiene betacianina, la sustancia que le da su característico color rojo, un anticancerígeno poderoso.
Salmón: según algunos escritos, los celtas lo consumían. Su carne es rica en proteínas, ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados (omega-3 y omega-6), fósforo, selenio y vitaminas B12 y D.
Ternera magra: Se la empezó a consumir hace 10 mil años en Oriente Medio. Es rica en proteínas y en minerales como el hierro, el zinc, el magnesio y el fósforo y también en vitaminas del grupo B.
Tomate: de origen peruano, su nombre azteca es tomat. Contiene carotenos, lo que lo convierte en un antioxidante, favorece la absorción de hierro y refuerza el organismo ante posibles infecciones. Provee luteína y zeaxantina, que contribuye a la prevención de cataratas y de degeneración macular.
Uvas: Existen registros de su recolección en el Paleolítico, provienen de las regiones del Cáucaso y de Asia Occidental. Los romanos fueron los que desarrollaron el arte de la viticultura. Las propiedades de esta fruta son múltiples: sus fitonutrientes ayudan a evitar enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer e incluso cataratas. Un estudio de la Universidad de Texas, Estados Unidos, sostiene que el consumo de uva roja y de vino tinto ayuda a prevenir el deterioro de la memoria en la edad avanzada.
Yogur: En el 6 mil a.C., los tracios, habitantes de la actual Bulgaria, ya hacían yogur. Aporta calcio, fósforo, vitaminas del grupo B y sus bacterias contribuyen a equilibrar la flora intestinal y a luchar contra las infecciones.
Zanahoria: proviene de Eurasia y del norte de África, es muy rica en fibra, vitamina A (esencial para el estado óptimo de la piel y de la retina) y b-caroteno (previene enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
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